domingo, 3 de marzo de 2019

Gritemos con brío: ¡FUERA Maduro!

Extraño a la Venezuela de mi adolescencia. Venezuela fue un país rico y libre y no lo sabíamos. Recuerdo los potes de leche en polvo y las bolsas de azúcar en la despensa de mi casa y el vidón que nos dábamos comiendo leche en polvo con azúcar. Mi madre me freía huevos a cualquier hora del día porque no me gustaba la carne; mis hermanos eran los carnívoros. No hacíamos colas para comprar porque había muchos supermercados y mercados al aire libre con variedad de productos, legumbres, granos y todo tipo de comestibles necesarios para la casa, sobre todo la harina pan para las arepas. En la panadería siempre había pan caliente, jugos, queso, y jamón para la cena. Nunca pensábamos antes de salir a comprar si conseguiríamos los comestibles y la comida necesaria. Sabíamos que encontraríamos el jabón para lavar, los jabones de baño, el papel higiénico, el champú, y demás necesidades personales. 

Las medicinas eran subsidiadas por el gobierno y mis hermanos compraban en cualquier farmacia las medicinas de la tensión para mi mamá. Si nos enfermábamos, mamá nos llevaba al hospital público o a los ambulatorios del barrio. No eran como las clínicas privadas pero nunca padecimos o sufrimos y las medicinas se encontraban. La luz se iba, pero muy poco; el agua se iba, pero muy poco y los camiones del agua y los de las bombonas de gas pasaban con regularidad. Teníamos los servicios esenciales, el agua, la luz, el gas, el teléfono y después llegó el Internet. No éramos ricos, éramos una familia de clase baja pero aún así no nos faltaba nada. Íbamos a la escuela con nuestros uniformes y útiles y con las barriguitas llenas. Había trasporte público y podíamos pagar los pasajes para llegar a la escuela o liceos. Aprendíamos porque no teníamos otras preocupaciones y no nos afectaba la situación económica y política del país, no tan directamente como ahora. Había malandros, sí, pero nunca nos atracaron y nunca se metieron a robar a nuestra casa. Teníamos rejas en toda la casa, claro, pero no nos preocupábamos tanto. No se robaban las pertenencias que llevábamos o los carros como ahora. A nosotros nunca nadie nos robó.

La vida cambió con el gobierno chavista y cambió de una manera drástica. La falta de servicios públicos ha sido lo más duro y no se puede culpar a otro país (al imperio) por la falta de servicios. Las medicinas no se consiguen y los hospitales no tienen insumos para atender a la gente pobre. La comida escaseó por algunos años; no había pan en las panaderías y no había harina pan, no había jabón de baño ni papel higiénico ni otros productos para la higiene bucal y personal. También escaseó el efectivo y todavía escasea. Ahora se encuentran muchos artículos del consumo diario y hay pan en las panaderías y queso y jugo, pero en estos momentos, hoy 3 de marzo, el sueldo mínimo mensual es de 18.000 Bolívares fuertes ($5 en el mercado negro) y un champú cuesta más de 10.000 bolívares fuertes, un paquete de harina cuesta 5.000 Bs. F un kilo de queso cuesta 12.000 Bs. F y una docena de huevos cuesta 13.000 Bs. F.  Más crítico aún es que es en un par de semanas estos precios se doblarán o triplificarán, como ha ocurrido en los últimos años.

Es imposible para las familias pobres sobrevivir con este colapso total de la economía, la inflación de los precios, la desvalorización de la moneda nacional y esta crisis económica. Ya los pobres no pueden comer huevos fritos, comer sus arepas o tomarse un vaso de leche, ni siquiera un café con leche y los pocos niños que van a las escuelas no van con la barriguita llena, sino con hambre y cargados con las preocupaciones de los adultos.

El transporte público ha colapsado, los servicios públicos han colapsado, la mayoría de los hospitales no tienen los aparatos necesarios para hacer exámenes, no hay medicinas y si las hay están en poder de los chavistas y oficiales del régimen quienes  operan el mercado negro. Ellos son los que tienen acceso a los pocos recursos y artículos de consumo y necesidad diaria que ingresan al país o que se producen en el país y para enriquecerse ellos mismos, venden medicinas, pañales, bultos de comida en el mercado negro al precio del dólar americano.  

Este gobierno es el peor de los gobiernos que ha tenido nuestro país. Antes había corrupción, pero no nos faltaba lo necesario para vivir y podíamos ir a la escuela y regresar a casa sin mayores temores. Ahora, además de la corrupción, no hay servicios públicos, no hay medicinas (no para los pobres), no hay alimentos para los pobres–imposible comprar una docena de huevos con un sueldo mínimo, y la inseguridad mantiene a la gente atemorizada.

Este gobierno chavista ha ultrajado la inocencia de los pobres y se han aprovechado de su ingenuidad, su bondad de corazón y espiritu humanitario para alimentarlos de una ideología que no se puede llamar socialista, y que ellos mismos en el gobierno nunca han practicado. Han creado un enemigo foráneo a quien culpar por todas sus ineptitudes como gobierno y por el caos y colapso económico del cuál ellos mayormente son culpables, y han hecho que los pobres miren hacia fuera y no hacia adentro.

Mientras los miembros del régimen venezolano se llenan los bolsillos con los recursos del país y amasan fortunas en dólares americanos y hacen inversiones fuera del suelo venezolano, la gente pobre de Venezuela es sometida a un sistema desastroso y a una moneda sin valor alguno y sin fuerza para comprar comida y medicinas, sin fuerzas para vivir. Los pobres de mis país le han servido a este régimen como la cortina de humo para robar, encarcelar, reprimir y destruir la moral y dignidad de nuestro pueblo. Ver a personas de la tercera edad en colas por horas y más horas es imperdonable y es razón suficiente para aborrecer y odiar a este régimen de ricos que somete y castiga a un pueblo pobre.

Pero ya no pueden engañarnos más y queremos que se vayan, que salgan del gobierno, que permitan otra visión para recuperar al país. No queremos que nuestros jóvenes y nuestro futuro siga huyendo del país. Más de 4 millones de venezolanos han salido del país buscando alivio económico y esperanza en otras fronteras. Tenemos que rescatar nuestros sueños y el futuro de nuestro gran país.

Gritemos con brío, muera la opresión. FUERA Maduro y el régimen y BASTA de robar. Son unos corruptos sin moral.

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