Extraño
a la Venezuela de mi adolescencia. Venezuela fue un país rico y libre y no lo
sabíamos. Recuerdo los potes de leche en polvo y las bolsas de azúcar en la
despensa de mi casa y el vidón que nos dábamos comiendo leche en polvo con
azúcar. Mi madre me freía huevos a cualquier hora del día porque no me gustaba
la carne; mis hermanos eran los carnívoros. No hacíamos colas para comprar
porque había muchos supermercados y mercados al aire libre con variedad de
productos, legumbres, granos y todo tipo de comestibles necesarios para la
casa, sobre todo la harina pan para las arepas. En la panadería siempre había
pan caliente, jugos, queso, y jamón para la cena. Nunca pensábamos antes de
salir a comprar si conseguiríamos los comestibles y la comida necesaria. Sabíamos
que encontraríamos el jabón para lavar, los jabones de baño, el papel
higiénico, el champú, y demás necesidades personales.
Las medicinas eran
subsidiadas por el gobierno y mis hermanos compraban en cualquier farmacia las
medicinas de la tensión para mi mamá. Si nos enfermábamos, mamá nos llevaba al
hospital público o a los ambulatorios del barrio. No eran como las clínicas
privadas pero nunca padecimos o sufrimos y las medicinas se encontraban. La luz
se iba, pero muy poco; el agua se iba, pero muy poco y los camiones del agua
y los de las bombonas de gas pasaban con regularidad. Teníamos los servicios esenciales, el agua, la luz, el gas, el
teléfono y después llegó el Internet. No éramos ricos, éramos una familia de clase
baja pero aún así no nos faltaba nada. Íbamos a la escuela con nuestros
uniformes y útiles y con las barriguitas llenas. Había trasporte público y
podíamos pagar los pasajes para llegar a la escuela o liceos. Aprendíamos
porque no teníamos otras preocupaciones y no nos afectaba la situación
económica y política del país, no tan directamente como ahora. Había malandros,
sí, pero nunca nos atracaron y nunca se metieron a robar a nuestra casa.
Teníamos rejas en toda la casa, claro, pero no nos preocupábamos tanto. No se robaban
las pertenencias que llevábamos o los carros como ahora. A nosotros nunca nadie nos robó.
La vida
cambió con el gobierno chavista y cambió de una manera drástica. La falta de
servicios públicos ha sido lo más duro y no se puede culpar a otro país (al
imperio) por la falta de servicios. Las medicinas no se consiguen y los
hospitales no tienen insumos para atender a la gente pobre. La comida escaseó
por algunos años; no había pan en las panaderías y no había harina pan, no
había jabón de baño ni papel higiénico ni otros productos para la higiene bucal y personal. También escaseó el efectivo y todavía
escasea. Ahora se encuentran muchos artículos del consumo diario y hay pan en
las panaderías y queso y jugo, pero en estos momentos, hoy 3 de marzo, el
sueldo mínimo mensual es de 18.000 Bolívares fuertes ($5 en el mercado negro) y
un champú cuesta más de 10.000 bolívares fuertes, un paquete de harina cuesta
5.000 Bs. F un kilo de queso cuesta 12.000 Bs. F y una docena de huevos cuesta
13.000 Bs. F. Más crítico aún es que es en
un par de semanas estos precios se doblarán o triplificarán, como ha ocurrido en los últimos
años.
Es
imposible para las familias pobres sobrevivir con este colapso total de la
economía, la inflación de los precios, la desvalorización de la moneda nacional
y esta crisis económica. Ya los pobres no pueden comer huevos fritos, comer sus
arepas o tomarse un vaso de leche, ni siquiera un café con leche y los pocos
niños que van a las escuelas no van con la barriguita llena, sino con hambre y cargados
con las preocupaciones de los adultos.
El
transporte público ha colapsado, los servicios públicos han colapsado, la
mayoría de los hospitales no tienen los aparatos necesarios para hacer
exámenes, no hay medicinas y si las hay están en poder de los chavistas y
oficiales del régimen quienes operan el
mercado negro. Ellos son los que tienen acceso a los pocos recursos y artículos
de consumo y necesidad diaria que ingresan al país o que se producen en el país
y para enriquecerse ellos mismos, venden medicinas, pañales, bultos de comida
en el mercado negro al precio del dólar americano.
Este
gobierno es el peor de los gobiernos que ha tenido nuestro país. Antes había
corrupción, pero no nos faltaba lo necesario para vivir y podíamos ir a la
escuela y regresar a casa sin mayores temores. Ahora, además de la corrupción,
no hay servicios públicos, no hay medicinas (no para los pobres), no hay
alimentos para los pobres–imposible comprar una docena de huevos con un sueldo
mínimo, y la inseguridad mantiene a la gente atemorizada.
Este
gobierno chavista ha ultrajado la inocencia de los pobres y se han aprovechado
de su ingenuidad, su bondad de corazón y espiritu humanitario para alimentarlos de una ideología que no se
puede llamar socialista, y que ellos mismos en el gobierno nunca han
practicado. Han creado un enemigo foráneo a quien culpar por todas sus
ineptitudes como gobierno y por el caos y colapso económico del cuál ellos
mayormente son culpables, y han hecho que los pobres miren hacia fuera y no
hacia adentro.
Mientras
los miembros del régimen venezolano se llenan los bolsillos con los recursos
del país y amasan fortunas en dólares americanos y hacen inversiones fuera del
suelo venezolano, la gente pobre de Venezuela es sometida a un sistema
desastroso y a una moneda sin valor alguno y sin fuerza para comprar comida y
medicinas, sin fuerzas para vivir. Los pobres de mis país le han servido a este
régimen como la cortina de humo para robar, encarcelar, reprimir y destruir la
moral y dignidad de nuestro pueblo. Ver a personas de la tercera edad en colas
por horas y más horas es imperdonable y es razón suficiente para aborrecer y
odiar a este régimen de ricos que somete y castiga a un pueblo pobre.
Pero ya
no pueden engañarnos más y queremos que se vayan, que salgan del gobierno, que
permitan otra visión para recuperar al país. No queremos que nuestros jóvenes y
nuestro futuro siga huyendo del país. Más de 4 millones de venezolanos han
salido del país buscando alivio económico y esperanza en otras fronteras.
Tenemos que rescatar nuestros sueños y el futuro de nuestro gran país.
Gritemos
con brío, muera la opresión. FUERA Maduro y el régimen y BASTA de robar. Son
unos corruptos sin moral.
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